sábado, 25 de febrero de 2012

Desalojo



De chiquita, como todo patito feo que se precie, tenía esta fantasía de la princesa atrapada y el príncipe liberador. Aunque debo aclarar que en mi caso no era azul porque me gustaba más el violeta. Y como era “mío” nadie tenia porque objetar su masculinidad por el color de su vestimenta. Cerca de casa, en Villa Pueyrredón, en una calle de veredas finitas, encontré un día el castillo de mi princesa. En un jardin, en medio de un pasto verde y parejo, allí estaba. Era bellísimo y tenia una luz encendida día y noche que uno podía vislumbrar por la puerta y las pequeñas ventanas. Más de un sueño protagonice entre esas paredes. Amaba ir a verlo aunque estaba más allá de los limites permitidos a la hora de salir a caminar. Una tarde ya viviendo en otro barrio pasé y ya no estaba. Volví a casa de mi mamá y le pregunte por mi castillo a lo que contesto: “No me acuerdo de ningún castillo, dejame pensar. Lo único que había era una réplica de la basílica de Luján con una virgen  dentro”.  Tremenda desilusión, ¿Como que mi princesa era una virgen y mi castillo una Iglesia?? Años después, me decido a reivindicar mis sueños y en está puesta de escena imaginaría, pongo a mi indefensa princesa manos a la obra y se produce por fin el desalojo de la virgen que ya sabrá a donde ira a parar...

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