domingo, 5 de febrero de 2012

La fidelidad de la radio a pilas y la pava analógica




Y una noche, sin previo aviso, la luz nos abandono...
Algo que incluía cables pelados, cortocircuitos con chispas incluidas a una altura considerable nos dejo al amparo de las velas. La primera sensación en casa ante la falta de luz no es la oscuridad, sino el silencio. No hay cargadores, coolers, clickeos ni teclados. Solo un profundo silencio es el primero que acusa la ausencia de luz.
20 horas después ya no quedan velas sin abrir. La radio a pilas cobra otra dimensión  subiendo sus acciones en la cotización hogareña.
Por la mañana mi vida corrió peligro cuando me enfrente a la posibilidad de quedarme sin mate. Busque y rescate del olvido la vieja pavita de aluminio descartada con la llegada de la eléctrica. Es cierto, es analógica y dependiente, un mate podría convertirse en té en un instante de distracción. Sin embargo tanto ella como la radio a pilas, hoy, son quienes sostienen el humor en una tarde lluviosa.

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