Otoñal

Llegó el otoño, certero y cumplidor. Tiemblan las chicharras y apuran los últimos vibratos antes de partir a dormir una larga siesta. Y entre tanto poético momento que brinda el cambio de estación, caigo en la cuenta de que la tarjeta SUBE se llevó consigo el boleto de colectivo. Ya no hay miles de ellos tirados en el piso cual hojas otoñales. ¿Como vamos a sobrevivir sin capicúas? ¿Como van a hacer las chicas para sumar los dígitos y según el resultado asegurarse que el número coincida con la inicial del susodicho en cuestión? Ya no están colgando de los anillos, en los respaldos del asiento delantero. No podemos sentirnos acompañados por él o la que viajo en nuestro asiento a las 6:25 de la mañana, y hacer más corto el trayecto tratando de dilucidar su historia. Por ahora miles de hojas están preparadas para ocupar su lugar, pero tengamos en cuenta que cuando ellas se retiren la ausencia será doble...

Malhumor-es

Hoy tengo un malhumor dandome vueltas desde que me levanté. Lo primero que hice fue mirar la fecha, pero no, ahí no estaba la explicación. Intente con un mate, pancito de grasa, le agregue dulce de leche, ravioles al medio día, toblerone después de comer y helado a media tarde. Ya voy por mi segunda tanda de mate amargo y nada. Evidentemente que me ronde un malhumor (aunque estoy casi segura que son 2 ahora) da por tierra con las 2 clases de pilates de la semana. Si me pongo a analizar despacio, se que viene por el lado de las relaciones, las externas esas heredadas o adquiridas por otros en la familia. Yo que siempre pensé que, de lo único que no podía deshacerme era de la relación con mis padres, caigo en la cuenta que a medida que  acumulo años, acumulo relaciones adquiridas por otros.  En esas, todo es obligación y nada decisión personal. Ya son cuatro y trajeron sillas. Va a ser complicado deshacerme de ellos. Así que si me ves y no estoy comiendo nada, huí porque no soy yo cuando muchos malhumores me rodean.  

El XIV Campeonato mundial de atletismo, en el living...

Siempre me impresionaron los atletas que dedican miles y miles de horas de entrenamiento para competir, con suerte, 7 minutos. El domingo empezó como todo domingo, con mi cuota de ejercicio tratando de que mis 4 perros no me derribaran mientras les daba de comer. La voz de Gonzalo Bonadeo como un habitante más de la casa. Un mate y el sillón. Sentada en ese, mi lugar en el mundo pregunté, mientras veía muchachas de espaldas anchas tratando de saltar una valla ¿y si está menstruando? ¿y si en ese minuto fatal en que se prepara, mientras reza, le viene? ¿Se preguntaran entre ellas “me manche”? ¿Se prestaran los tampones?¿Que onda con el dolor de ovarios? Julián me miró y entendí lo que sus ojos me decían “¿Me podés explicar como se te ocurren esas cosas?” Yo pestañee despacio a ver si evadía la pregunta, pero seguía mirándome por lo que opte por un “piensa rápido”. La garrocha se doblo, ella, una negra bellisima, con más músculos de los permitidos (pensé que quizás tenía alguno mío) saltaba. Un, dos, tres segundos y la valla cayó. Y como la única defensa es el ataque, busque en lo más profundo de mi corazón y encontré la frase con la que defendería mi lugar en el mundo de semejante espécimen femenino. Salió gutural debido a la factura a medio masticar y la bombilla del mate, pero lamentablemente se oyó clarito: “Ves, la gorda la tiró”

Feliz día muchachas!!

Feliz día muchachas, a las que luchan parejito para llegar a donde se quiere, se puede y no se debe. A las que miran el espejo y añoran los tiempos donde la imagen era más acorde a los estándares pero mas lejana a quien se es en realidad. A las que pueden sentir amor, por los hijos, por amigas, por un mundo lleno de cosas que amar. A las que se reinventan una y otra vez siguiendo un corazón alocado y sensible a cada palabra o gesto. A las que una mañana se levantaron y encontraron a un extraño que les hablaba de finales y les remarcaba todo lo que ya no eran, pero lejos de tragar lagrimas lloraron hasta  acabar con ellas, después se maquillaron una vez más y siguieron constantes buscando a quien amar. A las que en las carteras llevan un enorme kit de quitapenas por las dudas. A las que sostienen, constantes, el funcionar de un hogar, ojo no una casa, un hogar. A las que cuidan fervientemente esa porción de Pachamama y de cielo que les toco cuidar. A ellas hoy las abrazo, les ruego que sigan cruzandose en mi camino, que sigan enloqueciendome en charlas y comentarios. Que sigan inspirandome a seguir. Que sigan sembrando su cachito de mundo para que algún día seamos reconocidas, admiradas y remuneradas como corresponde.

Mi vida con Tino

Si, mi primer amor fue Tino de los Parchis.  Me prive de golosinas como muestra de mi más profundo sentimiento, durante un mes, para así poder mandarle una carta a España. Aún estoy esperando su respuesta, por esto no dejo que mi mamá se mude ni salga de su casa. No sea cosa que ante una distracción el cartero no llame dos veces.  ¿Que hubiera sido de nuestro amor de existir Twitter y Facebook? ¿Sería hoy Paula Alejandra Lastra de Fernandez Fernandez?. ¿Tardaría hora y media en decir mi nombre? ¿Haría marchas y fundaría una ONG para que amplíen el cuadro de nombre y apellido en los formularios? ¿Habría él perdido su brazo?. De lo que estoy segura, sentada en éste 93, en Buenos Aires, un día caluroso y con paro de transporte, escribiendo en un teléfono sin conexión a internet; es que de haber pasado todo lo anterior, estaría en España, seguramente persiguiendo al que sería mi segundo marido, Pau Donés y viviendo como Heidi sin el abuelo, en el medio de los Pirineos. Perdón Tino, pero algún día te tenias que enterar de lo felices que hubiéramos sido y sobre todo lo que sufriríamos nuestro divorcio, si a Steve y a Bill se les hubiera ocurrido nacer antes o a vos contestarme la maldita carta.